lunes, 12 de noviembre de 2012

Cuando el cine conoció al vampiro, o al revés: Un aniversario ineludible (Parte 1)


 El presente artículo podría ser uno más que hable de una gran película del género que nos compete, en el marco del aniversario de su estreno. Ya lo hemos hecho en otras ocasiones, como con The Thing o Evil Dead. Pero este no es el caso. No porque no se cumpla otro aniversario del estreno de la película en cuestión (criterio que sirve para elegir sobre cual película escribir algo), sino porque hablar de la misma nos remonta al origen mismo del cine de terror. Por eso el título de esta entrada es "Un aniversario ineludible": No sólo por la mera formalidad de que se cumplan 90 años de la aparición de este personaje por primera vez en la pantalla grande, sino también porque estamos hablando de un film que puso los cimientos para seguir construyendo lo que hoy conocemos como cine de terror, miedo y suspenso.
 Podemos considerar que el cine de terror tiene ya un siglo de historia. La idea de provocar sensaciones de pánico y miedo en los espectadores nació casi con el cine mismo. Como es lógico, los primeros guiones de este tipo se basaron en los mounstros y villanos más famosos de la literatura y en los personajes de las leyendas y cuentos rurales. Muchos de esos personajes mantienen su presencia hasta el día de hoy en la cultura popular, en parte gracias a la difusión que el cine les ha otorgado durante años y años. Hay, sin embargo, uno de ellos que fue llevado hacia la pantalla -grande o chica- más veces que ningún otro. Su figura trascendió los límites mismos del género para aparecer incluso hasta en obras infantiles o de comedia. Su leyenda data de varios siglos, pero fue Bram Stoker quién la inmortalizó y masificó en su novela publicada en 1897. Esa novela se llamó Drácula. A partir de ese momento, ese nombre no dejó de aparecer en pinturas, programas de televisión, obras de teatro, y otros escritos. Con tal peso cultural, el cine no tardó demasiado en utilizar su historia.
 Fue hace 90 años cuando, por primera vez, la historia del vampiro fue interpretada por un director de cine. El encargado de tal hazaña -Recordemos aquí que estamos hablando de una película muda. El cine sonoro iba a ser realmente comercializable recién unos 5 años después- sería el alemán Friedrich Murnau, un ícono del cine expresionista alemán de la década del '20. Pero paradójicamente, en el primer intento de filmar la novela de Stoker, no se pudo utilizar la palabra "Drácula" (Al menos en la edición original). Murnau no consiguió hacerse con los derechos de la obra, por lo que tuvo que contarla reemplazando los nombres de los personajes por otros. De esta manera, el primer Drácula de la historia del cine no se llamó Drácula. El nombre elegido por los realizadores de la película sería Nosferatu. Si bien no está claro el origen de la palabra, lo cierto es que Stoker la utilizó en ciertas partes de su novela para referirse al vampiro, y de allí la tomó Murnau para su película. El título elegido sería Nosferatu, eine symphonie des Grauens (Nosferatu, una sinfonía de horror) y fue estrenada en 1922.
 Pero antes de ir directamente al valor histórico que posee la cinta de Murnau, párrafo aparte debemos hacer sobre los atributos técnicos de la obra en sí. Lo primero a destacar es que Nosferatu es, sin lugar a dudas, una de las referentes de la escuela expresionista que tuvo su auge en el cine alemán de los años '20. En este sentido, es una hermana directa de Das kabinet des Dr. Caligari (El gabinete del Dr. Caligari) estrenada 2 años atras, aunque con diferencias. La utilización de escenas en negativo, las sombras alargadas, la atmósfera obscura y los rasgos profundos del vampiro -por cierto, extremadamente terroríficos- son algunas de las características que podemos mencionar.
 La puerta se abre. La gran habitación contigua está apenas iluminada. Nosferatu camina, lentamente hacia el cuarto de Harker, cuya expresión es de pánico. Y no es para menos. Ahí está el vampiro. Hay algo de animal en su mirada. Sus incisivos son largos, pero más aún sus dedos puntiagudos. Ahí está, recto. Frío. Parece no tener sensibilidad. Lo mas sensato sería creer que así es. Harker se cubre, inocentemente, con la sábana. Pero él avanza, inerte. Escalofriante. Gira sus ojos. Sólo sus ojos. Ahora vemos al pobre de Harker. Y una sombra. Es la sombra de él. Lo sabemos por sus dedos. Exagerados. Espantosos. Va a atacar en cualquier momento. Sus manos en alto, acechando a su presa. Su sombra invade casi todo el plano. Pero algo lo hace retroceder. Tendrá algo de animal, pero es sumamente inteligente. Más bien, sobrenatural: Telepático. Se va, insatisfecho, por la misma puerta, y con igual lentitud. Recto. Frío. Baja unos escalones, y mientras desaparece en las tinieblas de la otra habitación, la puerta se cierra. Y con ella, una de las mejores y más terroríficas escenas que el cine de terror nos haya dado. Pasaron unos 90 años, pero sigue siendo sumamente efectiva. La escena es horrible, entendiendo este adjetivo como un halago. El suspenso es total. El ensamble dirección-fotografía-escenografía es perfecto. Y así lo es, en general, durante gran parte de la película. ¿Habrá aprendido algo de esta escena Hitchcock, cuando filmó el primer asesinato de  Psicosis? No sería una locura pensarlo. Lo cierto es que nos encontramos frente a una obra maestra del cine (de terror y del otro) no sólo por su relevancia histórica sino también por su calidad técnica. Nosferatu es uno de los pesos pesados de nuestro género, y su mérito se duplica cuando recordamos que estamos ocupándonos de una película muda, con la tecnología y los efectos propios de su época. Hoy, en la era del cine digital, lograr tal altura artística parece ser impensado.
 Sin embargo, la adaptación de Drácula al cine comenzaría con el pie izquierdo. No porque la película no haya sido bien recibida, sino por los problemas legales que los realizadores creían haber evadido. La similitud del guión con la novela de Stoker, hizo que la viuda de éste comenzara un juicio por los derechos de la obra. La productora de Murnau lo perdió y se ordenó quemar todas las copias de Nosferatu. Afortunadamente para la historia del cine, algunas copias que estaban en manos de particulares lograron esconderse del fuego de la justicia hasta que la viuda de Stoker falleció. Así, aunque hay muchas versiones de la película -practicamente hay una versión diferente por cada país en donde se estrenó, ya que los criterios de censura variaban (Sobre gustos no hay nada escrito, ¿No?)- hoy podemos apreciar de esa verdadera obra de arte. De hecho, hoy Nosferatu es de dominio público en EE.UU. ¡Es para doña Stoker que lo mira por TV! Y posta que puede mirarla por TV.
 Por último, ocupémonos brevemente del papel que juega Nosferatu en el cine de terror en particular. Como dijimos en un principio, el film, junto con otros como el ya nombrado Das Kabinet des Dr. Caligari, forman parte de los orígenes mismos de nuestro género, y son títulos que no deben ser salteados si se quiere contar la historia del cine de terror y suspenso (aunque no sólo por ser casi los iniciadores de la historia del género sino también por ser, a mi gusto, excelentes películas).
 La primera versión cinematográfica del vampiro más famoso estuvo sin lugar a dudas a la altura de la obra literaria. Veremos, más adelante, las adaptaciones más importantes que se hicieron de la novela de Stoker, y si éstas adaptaciones valieron tanto la pena (¿Qué pena?) como Nosferatu. Finaliza así esta primera parte, pero la crónica de Drácula por la historia del cine recién comienza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario